¿Cuándo finalmente podremos regresar a la normalidad? Esa es una pregunta que cruza la cabeza de muchas personas actualmente en este estado de conmoción general causado por el coronavirus COVID-19. Es también importante preguntarse a qué normalidad estaremos regresando. Qué encontraremos al final del camino. La velocidad con la que se reproduce el virus ha hecho que la mayoría de los gobiernos hayan tenido que recurrir a mecanismos excepcionales para poder responder adecuadamente. El caso de la República Dominicana no ha sido diferente. El pasado 19 de marzo del país entró en estado de emergencia por medio del Decreto núm. 134-20.
Muchas medidas se tomarán con cierta rapidez durante estos días para poder combatir el virus. Sin embargo, esto no debería suponer que en nombre de combatir el coronavirus COVID-19 se deba aceptar a ciegas todo lo que se proponga. Como bien ha establecido la organización internacional Transparencia Internacional en su reciente publicación del 18 de marzo sobre corrupción y coronavirus: “desafortunadamente, la corrupción prospera en tiempos de crisis, particularmente cuando las instituciones y su monitoreo son débiles, y la confianza pública es baja”. El foco público está concentrado en la peligrosidad del virus y en un optimismo que nos une para combatir el virus. Ante esta realidad, es necesario que la ciudadanía también se mantenga atenta a las actuaciones del gobierno que pudieran ser utilizadas como nuevas oportunidades de corrupción.
Las lecciones del ébola y la gripe porcina nos enseñan que en estos tiempos el costo de la corrupción puede ser astronómico. En Guinea y Sierra Leona la Cruz Roja estimó que durante la crisis del ébola el costo de la corrupción sobrepasó los 6 millones de dólares. Existen diversos modos de incurrir en actos de corrupción durante estas etapas. Una de ellas es las compras y contrataciones públicas de medicamentos y equipos médicos. De acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), en el mundo aproximadamente 10-25% de todo el dinero destinado a compras y contrataciones se pierde por la corrupción. Esto es en tiempos normales, imaginen la situación en tiempos de crisis donde los procesos son declarados de emergencia y se realizan procesos más expeditos y con menos control y vigilancia.
Con respecto a pago de sobornos, la corrupción en Latinoamérica es latente en el sector salud. Según el Barómetro Global de Corrupción de Latinoamérica del 2019 (índice que mide las experiencias de corrupción de los entrevistados), hasta un 10% de los entrevistados en Latinoamérica reportaron haber pagado algún soborno en el sector salud. Esto podría ser especialmente peligroso en caso de que los hospitales carezcan de ventiladores y unidades de cuidado intensivo, como se prevé que ocurra en la mayoría de los sistemas de salud del mundo. Aunque pacientes que tengan suficiente dinero con qué pagar un soborno podrían obtener servicios de salud cuando lo requieran, esto deja en particular vulnerabilidad a aquellos que no cuentan con estos recursos.
La República Dominicana no escapa estas realidades. En el mismo índice se reportó que 23% de los entrevistados en el país habían pagado algún soborno por un servicio público en los últimos 12 meses. Es particularmente importante que se mantenga especial control sobre estas áreas de salud a fin de que no se vean perjudicados por solicitudes de pago de sobornos (a veces enmascarados hasta como cobro de costos adicionales) a pacientes que requieran los servicios necesarios para sobrevivir el virus.
A través del Decreto núm. 87-20 el gobierno ya ha declarado de emergencia las compras y contrataciones que tengan como finalidad prevenir y responder al coronavirus por un plazo de 120 días desde el pasado 26 de febrero. A pesar de que esto es necesario en estos momentos, como decíamos al inicio de este artículo, para poder responder con rapidez al desarrollo del virus en el país, es particularmente importante que los principios de transparencia y publicidad sean respetados a fin de que se ayude a prevenir actos de corrupción.
En fin, entendemos que la República Dominicana ha tomado pasos importantes para combatir el coronavirus. Igualmente, esas medidas continuarán cambiando y adaptándose a la realidad que vaya recorriendo el país a través de toda esta crisis. Es muy importante que estos tiempos de crisis no sean utilizado por algunos para pescar en rio revuelto. Estos tiempos de crisis traen nuevas oportunidades para incurrir en actos de corrupción. Por ende, es vital que la ciudadanía se mantenga vigilante de las actuaciones del gobierno. Esperemos que luego de que podamos salir de los escombros de todo lo que habrá dejado caer la crisis causada por esta pandemia, solo tengamos que responder por los problemas naturalmente causados esta y no por aquellos causados por la avaricia de aquellos que abusan de su posición en beneficio propio.